Podemos destruir lo que hemos escrito, pero no podemos borrarlo.
El lector debe prepararse para asistir a las más siniestras escenas.

miércoles, 31 de octubre de 2012

La historia de Apolo y Dafne

Nota: Este texto es una versión, contada desde el punto de vista de Cupido, de la historia de Apolo y Dafne, poema escrito por Ovidio en su obra "Las metamorfosis". Como todo lo que se publica en este blog, esta escrito por mí.

A mí, Cupido, se atreve Apolo a insultarme, a llamarme niño retozón. Se cree más apto para utlizar las armas que yo, que con mis flecha he conseguido que los dioses se enamoren y se odien, se cree que las serpientes son más peligrosas que los dioses y humanos. Quiere comprobar que mis flechas no son de plástico y lo ha conseguido. Mi nombre quedará limpio de insultos.
El nombre de Dafne viene a mi cabeza, joven y hermosa, hija de Peneo y, lo más importante, con una promesa de pureza de por vida. Así pues cojo la flecha de oro, capaz de enamorar hasta el corazón mas duro, y con toda mi ira la lanzo y veo como penetra en el corazón de Apolo. De la misma forma, saboreando la dulce venganza, disparo la flecha de bronce hacia Dafne, que definitivamente huye de todo hombre. Y yo, como un mero espectador disfrutando de mi venganza, veo la persecución de Apolo tras Dafne. Ella huye con sus hermosos cabellos al viento y él, perdidamente enamorado, la sigue. Dafne en el último intento de alejarse de Apolo pide a su padre, el río Peneo, que la ayude. De esta forma, como todo padre cuida de su hija, cumple su deseo y la convierte en el árbol que corona a los vencedores. Dafne es un laurel, pero eso no impide que Apolo la siga amando y le cante bajo su copa día y noche.
Y con esto estoy seguro de que nadie más osará maldecir mi nombre. Todos saben que soy el gran Cupido.

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