Podemos destruir lo que hemos escrito, pero no podemos borrarlo.
El lector debe prepararse para asistir a las más siniestras escenas.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Las pasiones de un asesino

Miró a sus pies y vio que un charco de sangre crecía poco a poco bajo él. Se llevó la mano a la cara, se tocó la mejilla y notó una extraña textura; al llevarla frente a sus ojos vio un espectáculo extremadamente macabro. En la noche oscura de París, frente a la Torre Eiffel, resaltaba la sonrisa de su cara al ver la sangre corriendo por su mano y extendiéndose por su brazo. Aquel hombre había cumplido un sueño, llevar su mente al límite y sentir en sus venas la excitación de comprobar la perversidad del hombre. Había hundido la hoja del cuchillo en las vísceras del primer hombre que encontró en la calle, lo había retorcido y al sentir la sangre en su mano y llevarla hasta su boca había sonreído de una forma escalofriante. Seguidamente alzó su otra mano con la que sujetaba un cuchillo y, bajo la luna, resplandeció el filo lleno de sangre. París quedó iluminada por un instante, pero no se lograba distinguir si era por la luna llena o por la malévola sonrisa de aquel hombre.La gente dormía placenteramente en su casas, sin saber que la humanidad había liberado a un monstruo. Nadie se imaginaba que una persona pudiera disfrutar tanto al sentir la sangre caliente correr por sus manos y al escuchar agonizar a un pobre inocente. Cada noche, hasta que las campanas celebraron su muerte, se podían escuchar desgarradores gritos suplicando clemencia. Por la mañana, un reguero de sangre desvelaba quien había sido la víctima de otro atroz crimen. Mientras tanto, un hombre, si es que se le puede llamar así, limpiaba meticulosamente su cuchillo a la vez que tramaba su próximo asesinato. Con solo imaginarlo empezaba a sudar, se excitaba y una estruendosa y terrorífica risa resonaba en la habitación.
Aquel hombre no murió por causas naturales, murió por gusto propio. Una noche nació en él la firme idea de experimentar nuevas sensaciones, así que sin pensárselo dos veces, cogió su cuchillo y lo hundió en su vientre. La sangre brotaba con frenesí y, por extraño que parezca, aquel hombre no sintió dolor sino un profundo placer al experimentar el mayor de los acontecimientos de la vida de un hombre: la muerte. Aquella noche su sonrisa no ilimunó París, iluminó el mundo entero.
Si alguien le hubiera mirado a los ojos, y hubiera sobrevivido, hubiese jurado que aquel hombre no tenía alma y era el mismísimo diablo.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Cada loco con su tema

Nota: Digan lo que digan, poca gente es feliz con la vida que tiene. Quizá porque hemos de comprender que la felicidad no es una meta sino un camino.

Ya no hay forma posible de borrarte. Con cada palabra, cada frase me desgarro un poco más. ¿Ves algo debajo de todo esto? Porque yo sí, posiblemente no haya nada, pero da igual; la ilusión me vale. Quizás no debajo de tus palabras, pero sí debajo de las mías. No se como hacerlo. Solo confío en ti, es extraño en tan poco tiempo, pero ahora sin ti no soy nada. Jamás pensé que con una palabra se dijeran tantas cosas. Desconfíe de todos, pero llegaste en la situación más inesperada, como siempre.
Un día tras otro mi cabeza le da vueltas y, al igual que otros días, no llega a ninguna conclusión. Quizá porque es lo más irracional de este mundo y por eso es lo que me hace feliz. Solo yo puedo comprender mi sonrisa en un día gris y oscuro, solo yo puedo comprender mi calor en un frío día de invierno. Porque lo que a los ojos de los demás pasa inadvertido, para mí es lo más importante.
Ahora se reirán de mí y pensarán que estoy loca, por favor háganlo. Grítenlo a los cuatro vientos, porque ¿qué hay de especial en estar cuerdo? Prefiero mi locura si me permite disfrutar de ti y de la vida.
Porque hoy es el primer día de mi nueva vida, hoy es la primera vez que sonríe mi alma, pero ahora sé que lo hará cada mañana al despertar.
Como todo en esta vida escuchar al corazón es un arte, pero en este caso es EL ARTE que nos permite ser felices.

martes, 13 de noviembre de 2012

Una ducha en invierno

La vida es como darse una ducha en invierno.
Al principio no quieres ducharte, sabes que cuando te desvistas te helarás de frío y empezaras a tiritar. Pero sabes que es algo que debes hacer por tu propio bien y por eso te armas de valor y rápidamente te metes en la ducha y abres el agua caliente. Una profunda sensación de calor y de relajación te invade por dentro, piensas que no han merecido la pena las quejas anteriores pues ahora estas de maravilla. Terminas de  ducharte pero sigues un rato con el agua caliente abierta, porque la sensación que tienes en ese momento es inigualable. Al poco rato, ya sea por que te sacan de tu mundo los gritos de tus padres o porque crees que va siendo hora de salir de la ducha, te vuelves a armar de valor y lentamente cierras el agua caliente y sales del agua. Sientes que te vas a congelar y vuelves a tiritar, querrías meterte otra vez en la ducha pero sabes que no puedes, algo más importante espera fuera. Te pones a hacer cosas y rápidamente olvidas la sensación horrible vivida momentos antes.
Si estiramos esta ducha un poco, es fácil observar que en la vida los momentos buenos y malos se suceden, pero que al final por unas causas u otras, la mayoría, los acabamos olvidando.
Eso sí, a la vida jamás podremos dejar de llamarle vida, porque es algo único y especial mientras que ducharse es un simple acto cotidiano.