Podemos destruir lo que hemos escrito, pero no podemos borrarlo.
El lector debe prepararse para asistir a las más siniestras escenas.

lunes, 4 de abril de 2016

Tributo a Terry Pratchett: La Muerte siempre gana, incluso cuando ella no quiere

NOTA: Ya hace algo más de un año que la Muerte se lo llevó, así que quizá sea un buen momento para este pequeño homenaje.


Yaya Ceravieja sintió una perturbación en la cabezología. Sabía lo que aquello significaba, la había estado esperando. Así pues, con mucho esmero, fue disponiendo un par de tazas de té con su platito sobre un mantel recién estrenado para la ocasión.
En la mullida alfombra de hojas empezaron a sonar muy quedamente unas pisadas, eran muy suaves, como si en vez de apoyarse, quien quiera que se estuviese acercando estuviese simplemente rozando las hojas con mucha delicadeza. La Muerte desmontó de Binky con elegancia.
-No esperaba verte tan pronto -musitó Yaya Ceravieja.
-ME TEMO QUE YO TAMPOCO -suspiró apenada la Muerte. AHORA YA NO PODRÉ HACER GALA DE QUE SOY MEJOR QUE LOS IMPUESTOS, YA SABES, POR ESO DE QUE YO APAREZCO SOLAMENTE UNA VEZ -dijo con una voz tan baja que apenas pudo oírlo Yaya.
-Sin embargo, mentiría si dijese que no presentía esta visita; como ves he preparado algo de té. Tranquilo, esta vez no te haré jugar al poker. ¿Te sirvo un poco? -preguntó Yaya.
-TE LO AGRADEZCO, AUNQUE SI PUDIESE SER JEREZ. NORMALMENTE A LA GENTE NO LE APETECE VERME Y CASI NUNCA ME DEJAN UNA COPA DE JEREZ -protestó pesadamente la Muerte.
-Por supuesto, que menos que tener satisfecho al que será mi anfitrión eternamente.
Tras una interesante charla llegaba la hora de trabajar.
-ME TEMO QUE ES HORA DE IRSE; NO HAY MUCHO TRÁFICO, PERO TAMPOCO ES CUESTIÓN DE RETRASARSE.
-Claro, cómo no -exclamó Yaya. Echo una mirada hacia atrás y un golpe de pena impactó directamente en su estómago. No era angustia ni tampoco miedo, era pena. Pena por Lancre, por su gente que tantos disgustos le había dado, qué haría ahora sin ellos. Al menos le consolaba saber que los dejaba en buenas manos.
-SIENTO QUE SEA AHORA, PERO SON ÓRDENES DE ARRIBA.
-¿De arriba?- inquirió Yaya.
-SÍ, ÚLTIMAMENTE LA COSA ESTÁ BASTANTE MAL CON ESO DEL AUMENTO DE LA ESPERANZA DE VIDA.
-Entiendo, qué se le va hacer -aceptó Yaya.
-EN FIN, SI NO TE IMPORTA VENIR POR AQUÍ… -indicó la Muerte, poniendo una mano esquelética en el hombro de Yaya.
En las sombras solo se veían dos figuras: una algo huesuda y la otra…, la otra era Yaya Ceravieja. Un espectador atento se hubiese dado cuenta de que, sin embargo, había algo inusual en aquella escena. La Muerte arrastraba su guadaña dejando surcos en el suelo, la Muerte estaba de luto.

domingo, 31 de enero de 2016

Tumbas de miel

Sueños de ultratumba palpitando en mis entrañas, monstruos que quieren salir. Las pujas están altas, el tumulto enloquece; poco a poco voy cayendo en un fondo de hidromiel. Un ruido tan vacío, un hueco tan sonoro, qué puedo hacer hoy para perderme en el olvido. Mira que triste esa canción, ojalá fuera mi colofón, el punto y final del mártir ensangrentado. Imágenes oscuras, qué sorpresa, no soy más que su presa.
Hace tiempo que lo tengo preparado: cuervos, hienas, lobos; las bestias más siniestras vendrán a visitarla, la gente admirará asombrada. Exclamaciones, interjecciones: que alboroto más profano. Todos de pie contemplarán el lugar donde fui sellado y al unísono susurrarán: Tumbas de miel.