Podemos destruir lo que hemos escrito, pero no podemos borrarlo.
El lector debe prepararse para asistir a las más siniestras escenas.

miércoles, 27 de junio de 2012


Mi corazón se para poco a poco, en mi cabeza retumba tu nombre, mis labios están fríos como el hielo y yo estoy encerrada en una prisión con barrotes hechos de dolor y sufrimiento. Soy presa de tu persona y víctima de mi amor. En mi cabeza gritan tu nombre.

Desde que te fuiste está todo tan vacío que soy presa del dolor y no tengo fuerzas ni para un suspiro. La llama perdura, pero la leña que prende cada vez es menor. Cuando consigo dormir, me despierto gritando, intentando que los gritos de tu nombre en mi cabeza cesen para siempre. Pero dejaste una marca imborrable que soy yo quien la sufre y tú el que te fuiste sin decir adiós. Me ahogo en mis lágrimas, a las que nada detiene. Llegaste como una cura para mi soledad, pero te vas como una enfermedad incurable. En mi cabeza gritan tu nombre.

Las hojas del árbol se secan y caen poco a poco, pues ya no hay nadie que las proteja del viento. Soy como una niña indefensa cuando descubre que todo en lo que había creído era fruto de engaños y mentiras. Mi corazón deja de latir sabiendo que fuiste tú su perdición y que jamás volverá a sentir amor. Las sábanas aún huelen a ti, recuerdo de las noches de pasión desenfrenada... En mi cabeza gritan tu nombre.

El amor es ciego, pero nunca creí que tanto como para no darse cuenta de que eras un lobo con piel de cordero. En mi cabeza gritan tu nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario